Palabras hermosas,
tan ciegas, vacías,
resuenan tan tristes
en las abadías.
Y, en la tierra negra
de los camioneros,
dos niños se abrazan
al margen del miedo.
¿Afirmas que miento,
oh, hermosa mía?
Me lo ha dicho el viento,
que arrastra palabras
dichas por tu boca
en la lejanía.