Como más de uno sabe, de un tiempo a esta parte trabajo como sicario de S.P.E.C.T.R.A. (sección administrativa). Alguien tiene que llevar la contabilidad y cuadrar el debe y haber de cada plan maestro para conquistar el mundo.
El caso es que pese a pasar mis 5 horas de duro trabajo entre papeles y más papeles y haber engordado cosa de 15 kilos en un año (la última vez que corrí fue porque perdía el autobus), alguien ha considerado que debía ir a las pistas de tiro a practicar el disparo con pistola.
Partiendo del hecho de que no había tocado una en la vida, no me fue mal del todo. Acerté casi todos los tiros a una diana quieta a diez metros de distancia. Ahora solo tengo que pedir a mis enemigos que se queden quietos a 10 menos (o menos) de distancia para poder cepillarmelos.
¿Que enseñanza extraigo de todo esto?
Que ya estoy preparado para enfrentarme a los zombies. Doy por hecho que el levantamiento de los muertos de sus tumbas para devorar nuestros cerebros es cuestión de tiempo. Montones de películas así lo indican y, como todo el mundo sabe, si algo sale por televisión es que es verdad. Así nada mejor que saber manejar una pipa para poder acabar con ellos descerrajándoles una bala en sus podridas cabezas.
Ahora solo me queda aprender a usar escopetas de cañones recortados, que son aún más molonas. Y más seguras, aún no he visto en ninguna película que muera nadie que use escopetas recortadas.
Zombies, venid. Por fín estoy preparado para combatiros.
Ouuuuuh, yeah.