- Pues que quieres que te diga, él lo hubiese hecho.
- Mira eh, no me toques más las pelotas.
Ello lo miró con mala cara antes de añadir:
-"Perromuerto" lo habría hecho.
Mierda, ya estábamos otra vez con el puto Perromuerto de los cojones. Desde que había comenzado a salir con ella cada cosa que hacía, cada decisión, era comparada con lo que habría hecho en la misma situación su ex, "Perromuerto". Perromuerto. ¿Os podeis creer que ella estuvo saliendo con un tipo que se hacía llamar "Perromuerto"? Según ella el apodo era un signo del respeto que le tenían en su barrio pero mi novia tenía un defecto físico: carecía completamente del sentido del olfato. Creedme, solo he estado una vez con "Perromuerto" pero fue una experiencia que mi nariz jamás olvidará.
El susodicho "Perromuerto" andaba ahora cumpliendo condena por la paliza que le dio a un policía de paisano. Menudo elemento estaba hecho. Entendedme, yo no soy ningún mindundi, soy un tipo que se viste por los pies, alguien de quien si quieres salir bien parado no le tienes que tocar los cojones demasiado. Pero, claro, las comparaciones son odiosas y más si la persona con la que te comparan es "Perromuerto". ¿Cómo compararse con semejante mala bestia?
- ¿Que quieres? ¿Que vuelva ahí dentro y le dé una paliza al tío que te ha dicho tía buena y a sus tres amigos?
- No, déjalo, ya da igual.
- Si quieres entro y les parto la cara. Se la parto en ocho trozos.
- Que no, que ya da igual, que lo dejes. Me quiero ir a casa.
- Vale, vamos.
Echamos a andar, alejándonos con cada paso un poco más del bar en el que habíamos estado pasándolo bien hasta justo el momento en el que un subnormal le había dicho "tía buena" a mi novia. Del bar en el que le había cogido de la pechera a ese gilipollas antes de que sus tres amigos me separaran. "¡Eh, tío! Lo siento, no queremos problemas." En fin, ya digo que quién me toca los huevos no suele volver a hacerlo pero, que coño, eran tres y yo uno, se habían disculpado y hasta ese momento me lo estaba pasando muy bien. Hice lo lógico, marcharme del bar. Vamos, lo que cualquier hubiese hecho. Cualquiera menos "Perromuerto".
- Vale, vamos.- dije, pensando que la noche se había echado a perder pero que por lo menos no había tenido que enseñar un poco de humildad a aquel cuarteto de maricas.
- Vámonos... -dijo ella-... pero estoy segura de que Perromuerto no les hubiese dejado marcharse así, de rositas.
Esa fue la gota que colmó el vaso. Me dí la vuelta y, sin mirar que hacía ella, enfilé directo de vuelta al bar. Entré por la puerta y me dirigí hacia donde estaban aquellos cuatro soplapollas. Les vi, apreté el paso, cogí un taburete de metal y golpeé al primero en la cabeza. Cayó al suelo derrumbado. El resto está bastante confuso pero aparentemente los otros tres no eran tan maricas como parecían a simple vista. Lo siguiente que recuerdo es que me desperté en una habitación de hospital que olía a la típica mezcla de desinfectante y meados. En la cama de al lado había viejo que parecía estar tomando las últimas bocanadas de aire antes de abandonar este puto mundo. Por el dolor que me recorría el cuerpo yo mismo no estaba en mucha mejor forma.
Allí estaba ella, sentada en una silla cerca de la cama, leyendo un "Hola" de hacía mes y medio, abandonado allí a saber por quién. En seguida se dio cuenta de que había despertado.
- ¿Qué tal estás? -dijo.
- Bien, ¿que pasó? -respondí, con apenas un hilo de voz que me sorprendió a mí mismo.
- Tengo... tengo que decirte una cosa...
Yo no dije nada. Mil pensamientos pasaron por mi mente pero mi boca se resistió a abrirse. El esfuerzo de hablar era inmenso.
- Te dejo, quiero cortar. Mira, esto no funciona. No ha salido bien. Prefiero que no me llames ni intentes contactar conmigo porque no... Bueno, sencillamente porque no.
Contactar con ella era en ese momento la última cosa que me apetecía hacer. Matarla, estrangularla, cagarme en su cara y en la de sus padres, esas si que eran cosas que me apetecían hacer en ese momento. Contactar con ella, no. A no ser para asfixiarla con el cable del teléfono.
Ella se quedó allí de pies unos instantes, mirándome. Seguramente esperaba que dijera algo. No le dí esa satisfacción. Sencillamente la miraba sin parpadear.
- Bueno, me voy. -dijo.
Y salió de la habitación. Y allí me quedé, solo, acompañado por un viejo de mierda que parecía no tener ni un solo familiar que se preocupara por él. Exactamente como yo. Casi sentí simpatía por aquel viejo moribundo.
Dos días después me dieron el alta.
Escrito por fettuchini a las 15 de Mayo 2006 a las 11:30 PMEso te pasa por adelgazar tanto. Con un poco más de cintura te cargas a los tres amiguetes con sólo dos puñetazos.
Escrito por Jake a las 15 de Mayo 2006 a las 11:52 PMQue va, no veas los biceps que están apareciendo debajo de la grasa. Canela fina.
Escrito por fettuchini a las 16 de Mayo 2006 a las 12:32 AMPerromuerto ha cambiado mucho, tendrias que verlo ahora.
Escrito por xmariachi a las 16 de Mayo 2006 a las 04:23 PMSí, creo que se ha hecho amish y ahora le puedes molestar sin que te replique.
Escrito por fettuchini a las 16 de Mayo 2006 a las 05:13 PMPensaba que lo sabíais, PerroMuerto escapó de la cárcel y se sometió a un cambio de look y de olor corporal. Ahora frecuenta los bares en compañía de tres maricas.
Escrito por El abuelo a las 18 de Mayo 2006 a las 02:21 AM