fettuchini, el amargado.

"¿Mi madre? ¡Le voy a hablar de mi madre!"

Creo que ya he dicho que hablar con mi madre es divertidísimo. En el momento más inesperado de una conversación puede soltar un tópico, cualquiera, ni siquiera hace falta que tenga que ver con la conversación. Por ejemplo:

- "Tendrías que haber visto como estaba el autobús de lleno cuando el vuelto a casa"
- "Es que España está llena de extranjeros, cualquier día nos echan a nosotros del país"
- "P-pero mamá, por los clavos de Cristo, ¿de QUÉ coño estás hablando?"

Otra táctica que me encanta hacer con ella es soltar yo tópicos, cuanto más manidos y más demagógicos mejor, para ver por donde sigue la conversación y cuanto tarda en darse cuenta de que no hablo en serio.

Pues bien, cuando yo creía que ya nada que dijera podría sorprenderme, va y se supera. Ayer por la noche le comenté una anécdota de un productor de películas porno sobre su primer rodaje y la conversación siguió tal que así:

-Madre: Pero Rubén, tu nunca has visto una película de esas.
-Yo: ¿Tú que crees?
-Madre: Que no, porque a ver donde vas tú a ver eso.

Lo cierto es que probablemente sepa más sobre la vida de alguna que otra actriz porno que sobre la vida de mi madre. Y, es más que evidente, que ella sobre la mía.

Estas son las cosas por las que se quiere a una madre, porque su grado de candidez para con todo lo relacionado contigo roza niveles absurdos. En fín, dejémosla pensando que nunca he visto una película porno (y mucho menos pensado bastante seriamente en meterme en el negocio del rodaje de las mismas), que nunca he bebido ni fumado y que tampoco me tuvieron que echar de cierto bar por hacer cosas que la gente hace en esas películas que, según ella, yo nunca he visto.