En los 70 del siglo pasado un escritor de ciencia ficción acuñó el término "impacto del futuro". Según él, con el paso de los años gente cabal, inteligente y totalmente adaptada a la tecnología de su época se vería superada por los nuevos inventos, incapaces de usarlos, ignorantes de su funcionamiento. Habrían sido impactados por el futuro.
Mi padre era una persona adaptada a la tecnología de su juventud. Sin embargo, desde que cambiamos el teléfono fijo de toda la vida por uno inalámbrico es incapaz tanto de llamar como de descolgar. Más de una vez me lo he encontrado mirando el mando de la televisión, apretando un botón, levantando la vista para ver si ha conseguido hacer algo y volviendo a bajar la vista al mando entre suspiros de indignación. Cambiar de canal es para él una tortura que soluciona levantándose para apretar el botón de la propia televisión o dándome el mando para que sea yo el que lo haga. Mi padre no ha sido impactado por el futuro; el futuro ha colisionado contra él como si del cometa de Armaggedon contra la Tierra se tratara.
Mi madre es incapaz de usar los mensajes del móvil. Mi hermana mayor solo ha conseguido entender los rudimentos de informática básicos para abrir MSN.
¿Y a que viene todo esto?
Bien, todos pensamos que esto jamás nos pasará a nosotros. Nosotros somos jóvenes, nosotros somos guapos, nosotros somos la cima de la evolución. El día que muramos se acabará el mundo. "Nosotros siempre rockanrolearemos, viejo", le decía Homer Simpson a su padre.
El futuro acaba de impactarme. ¿Creen que el fondo de este blog es blanco y sin ni un puñetero adorno debido a una decisión estética? ¡Ja! Eso es lo que cuento a mis amistades para que no piensen que soy tonto; eso me cuento también a mí mismo, "No, yo creo que no hay nada más bello y estético que el simple blanco del fondo con el texto en negro"; como en el cuento de la zorra y las uvas si no me las como es porque están verdes.
Lo he intentado todo, me he leído el manual, he hecho pruebas con el blog y... he sido incapaz de cambiar el jodido fondo. El futuro me acaba de sacudir un puñetazo en todos los morros.
La puntilla, la última puñalada de Bruto a César, me la acaban de dar por mail a informarme de que, por lo visto, nadie puede dejarme comentarios porque no he introducido no-sé-qué código anti-spam. "¿C-código anti-spam? ¿EXISTE eso?" conseguí balbucear el mail que le devolví (mil gracias, en serio, de no ser por ti aún viviría en la ignorancia). Me he puesto a trastear con el blog y he llegado a la conclusión de que no sé donde puedo poner esa maldita cosa del código anti-spam.
Me siento como Conan el bárbaro cuando viaja al presente en uno de los "What if" que hacía Marvel en los 80 y ante la visión de un automóvil gritaba "¡Por Crom! ¡Ese carruaje está tirado sin caballos!".
El futuro me ha dado una paliza y me ha dejado tendido en medio de la acera.